Italia nunca muere
Italia nunca muere. La selección azzurra levantó la Eurocopa en otra agónica tanda de penaltis frene a Inglaterra como en la semifinal ante España. La selección de Mancini se sobrepuso al gol inicial de Shaw y al empuje de Inglaterra en la primera media hora. Después, los italianos se hicieron con el partido a fuerza de vigor y empuje. Bonucci hizo el 1-1 que llevó la final a la prórroga, donde Italia sacó toda su leyenda de selección indestructible porque Italia, como todo el mundo sabe, es inmortal. Al menos en el fútbol.
Llovía en Wembley. Para variar. El estadio reventaba de hinchas ingleses, algunos bañados también por dentro desde hacía horas y no precisamente en agua. Inglaterra e Italia ponían sobre el césped sus mejores galas futbolísticas, tridentes incluidos. En las huestes inglesas, Mount, Sterling y Kane. En las italianas, Chiesa, Insigne e Inmobile. Pese a eso la final se dibujaba en la pizarra como un partido cerrado, muy táctico, a pocos goles y de mucha tensión. Nanay.
En dos minutos Inglaterra dinamitó cualquier plan de Italia. Fue una jugada en la que Harry Kane recibió en campo propio, aceleró, levantó la cabeza y trazó una diagonal para la subida de Trippier por la banda derecha. Con Italia mal parada y en pleno repliegue, el lateral del Atlético la puso en el segundo palo y por allí apareció de la anda Luke Shaw para aprovecharse del despiste de Di Lorenzo y marcar de volea en el segundo palo. Tampoco estuvo muy fino Donnarumma, que no atacó una pelota que sobrevoló el área pequeña.
Inglaterra, como otras veces en esta Eurocopa, encontraba el gol antes que el fútbol. No tienen un juego fluido, pero cuando tienes a un futbolista tan inteligente como Harry Kane que, además de marcar goles, juega bien en cualquier zona del campo, pues da mucha ventaja. Italia estaba más perdida en el campo que un ministro en el gabinete de Pedro Sánchez.
Italia respondió con ímpetu y precipitación a partes iguales. Inglaterra se defendía con orden y comodidad. Y contragolpeaba con la velocidad del puñal Sterling y, sobre todo, por el flanco derecho de la zaga italiana, mal defendida por Emerson, hacia el que percutían una y otra vez los venenosos pases de Harry Kane. Fijo que Mancini se estaría acordando del lesionado Spinazzola. A Italia le tocaba sufrir y achicar agua, algo a lo que futbolistas como Chiellini o Bonucci están tan acostumbrados como un gondolero a remar.
‘God save The Kane’
Pintaban bastos para Italia, que contuvo la respiración cuando Jorginho se echó primero la mano a la rodilla y después al suelo. Le atendieron. Volvió. Mancini respiró. Pero la final estaba en manos del juego simple y primitivo de Inglaterra. Orden atrás y balones largos para que la bajara de espaldas Harry Kane y se incorporaran Sterling, Mount y compañía. Italia buscaba a los desaparecidos Barella y Verratti, fagocitados por el trabajo de los mediocentros ingleses, Rice y Phillips.
Tuvo que esperar Italia 35 minutos para asomarse al área de Pickford. Lo hizo en una acción individual de Chiesa, que sorteó las tarascadas de Rice y se asomó al área. Raudo armó la zurda y su disparo raso se marchó fuera por poco. Por fin la azzurra daba señales de vida.
Pero fue un espejismo. La final era de Inglaterra y, sobre todo, de un Harry Kane que dominaba el juego en cualquier zona del campo. Vaya pedazo de futbolista que se puede llevar Guardiola… o quien ponga 120 millones encima de la mesa. Es un pecado que no haya salido del Tottenham y sería una estupidez que siguiera pudriéndose otro año más allí.
En los últimos diez minutos de la primera parte estiróse Italia, replegó Inglaterra y vimos ciertos apuros en torno al área de Pickford, pero el pitido de Kuipers señalando el túnel de vestuarios fue música celestial para la selección de Southgate, que se marchó al descanso con el preciado botín del 1-0 y media Eurocopa en el bolsillo. Le faltaba la otra media.
Espabila Italia
Tras el descanso Italia se echó al monte como Pablo Iglesias cuando compró el casoplón de Galapagar. Atacó sin miedo y estrechó su cerco al área inglesa. Insigne encontró un hueco entre piernas blancas y se plantó dentro del área. Llegó forzado y su disparo a bocajarro lo rechazó como pudo Pickford.
Siguió atacando Italia, que pudo empatar en otra acción individual de Chiesa. Se internó hacia el área de Inglaterra y sacó un disparo raso y seco que despejó con mano firme Pickford. Notable parada la suya. Inglaterra trató de sacudirse el miedo del cuerpo y rehabilitarse en torno a la pelota.
No lo hizo y entonces apareció el momento de Italia. Empató. Lo merecía por mucho que el tanto fuera en un barullo a la salida de un córner ma defendido. Chiellini entró con todo ante Stones, cayó al suelo, protestó, despistó a medio mundo, la pelota quedó suelta en el área y allí apareció Bonucci, el otro viejo rockero italiano, para embocar casi en la línea de gol. Pues 1-1 y final nueva.
El gol espoleó a Italia e hizo titubear a una Inglaterra que había perdido fuelle, igual que el público de Wembley, que asistía impasible a la resurrección italiana. Berardi, que había suplido al invisible Inmobile, tuvo el 1-2 en un remate que se marchó a las nubes tras la salida a la desesperada de Pickford.
A la final le quedaba menos de un cuarto de hora y ahora parecía estar más cerca del lado italiano que del inglés. Sin embargo, las piernas empezaron a pesar para los dos equipos y el partido se cayó en los últimos minutos. Algo mejoró Inglaterra y algo se cayó Italia, así que con la final en su momento más igualado, nos fuimos a la prórroga. Otra prórroga en una de las Eurocopas más igualadas que se recuerdan.
Otra vez prórroga… y penaltis
La prórroga arrancó con muchas pérdidas y no menos interrupciones. Fútbol, lo que se dice fútbol, poco. Alguna carrera de Sterling para las contras y listo. Pero Italia se guardaba algo en la manga, así que comenzaron a dominar de nuevo a los ingleses. Igual que Southgate, que metió a Grealish al filo del minuto 100.
Pasaron pocas cosas, por no decir casi ninguna, en los primeros 15 minutos del tiempo extra. Un centro-chut de Emerson que despejó Pickford y pare usted de contar. En la segunda apretó algo más Italia, que no quería fiar la Eurocopa a la lotería de los penaltis, quizá porque ya le había tocado ante España.
El caso es que pasaron los minutos, Kuipers perdonó la roja a Jorginho por un entradón a Grealish, pero la final se fue muriendo por hipoxia. También el árbitro se hizo el ciego en una mano de Stones dentro del área que bien pudo haber sido penalti, pero no era el momento de meterse en líos. Sí de inhibirse y dejar pasar el tiempo hasta la tanda de penaltis.
Pues nada. Otra tanda de penaltis en esta Eurocopa de la igualdad. Empezó tirando Italia. Berardi abría plaza. Engaño a Pickford y gol. Después Harry Kane. Abajo, fuerte, gol. 1-1. El tercero era Belotti. Fuerte, duro, abajo… pero Pickford adivinó el tiro y lo paró. 1-1 y ventaja para Inglaterra. Fue Maguire. Fuerte y por la escuadra. Golazo. 2-1 para Inglaterra.
El tercero de Italia era para Bonucci. Marcó con suspense. Casi lo para Pickford pero le batió por arriba. 2-2. Le tocaba a Rashford, que había salido para la tanda. La tiró al palo después de adornarse mucho. Pues 2-2. Marcó por el centro Bernardeschi. 3-2 Italia. Iba Sancho, también salido para la tanda de penaltis. Pues paró Donnarumma. Toma. Dos cambios para los penaltis y dos fallos. Si Jorginho marcaba, Italia campeona de la Eurocopa. Allí que se aproximó sin titubear… pero lo punteó Pickford, dio en el palo y la atrapó. 3-3 y seguía viva Inglaterra. Pero Saka falló el suyo y al final ganó Italia… porque Italia nunca muere.